Este fin de semana he tenido el placer de conocer un destino que me ha dejado ensimismada, Aínsa, o como se escribe en aragonés L´Aínsa, declarado Conjunto Histórico Artístico a principio de los años 70.
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| Vistas del pueblo desde la 4º Planta de la Torre de Aínsa |
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| Hotel y comercio en Aínsa |
La belleza atribuída se debe a diferentes causas: en primer lugar, se trata de un pueblecito pequeño dividido en dos zonas, la que está más alta está dedicada sobre todo al sector turístico pero de una forma muy sutil, jugando con la arquitectura, de modo que, como cualquier zona turística, alberga establecimientos tales como hoteles, restaurantes y tiendas de souvenirs, no obstante, en esta zona todo está integrado bajo la misma temática estética, es decir, desde las casas de los residentes hasta los comercios presentan el mismo aspecto medieval. Además, nada de lo que me encontré allí desentonaba del ambiente. Este factor, desde mi punto de vista es bastante importante ya que te hace sumergirte en el pueblo, crea un ambiente muy acogedor y agradable, y no existen factores que alteren esta reconfortable sensación.
La parte turística a la que hago referencia, se enmarca en el Casco Antiguo del pueblo, por lo que, desde la óptica cultural se puede destacar su Castillo y la esbelta Torre de Aínsa.
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| Vistas desde la 3ºplanta de la Torre de Aínsa |
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| Torre de Aínsa |
Por último, no puedo olvidarme del Mirador de Aínsa, desde donde se divisan espectaculares vistas, que no dejarán de sorprenderte. Pues es alucinante cómo se perciben algunos accidentes geográficos como son Monte Perdido y los Prepirineos.
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Por todos estos reclamos, visitar esta remota villa, sin lugar a dudas, merece la pena.
